La familia de los condes de Cervellón

La familia de los condes de Cervellón

Luis López Piquer (València, 1802 - Madrid, 1865)

En la retratística romántica española destacó una nueva modalidad en las primeras décadas del reinado de Isabel II que mostraba a los miembros de una misma familia reunidos en un salón de la casa que compartían.

Es muy probable que este retrato pueda identificarse con uno mencionado por Ossorio y Bernard al enumerar las pinturas de caballete de Luis López como «Los retratos de los condes de Cervellón, al óleo», puesto que es lo que aquí se representa. El interior parece evocar, aunque no con exactitud, la decoración isabelina del célebre palacio de los Fernán Núñez de Madrid. Sobre la pared, al fondo, se distinguen dos retratos. El masculino corresponde exactamente con el de Felipe Carlos Osorio y Castellví (1762-1815), VI conde de Cervellón, marqués de Nules y de Quirra. Es réplica, en posición refleja, del retrato de óvalo de este noble realizado por Vicente López, padre del autor de este cuadro, que conserva el Museo Lázaro Galdiano de Madrid. Al otro lado, el retrato femenino podría corresponder con el de María Magdalena de la Cueva y de la Cerda, esposa del anterior. El hijo de ambos, el VII conde de Cervellón, Felipe María Osorio y de la Cueva, aparece sentado en un sillón isabelino, vestido de chaqué negro, atendiendo su correspondencia mientras posa. Al otro lado del salón aparece sentada una figura femenina vestida con un traje liso de terciopelo verde, adornado con una berta de blonda blanca, que podría ser María Teresa Álvarez de Toledo y Palafox, baronesa de Castellví de Rosanes, emparentada con los Cervellón.

Entre ambos, en pie, figura la hija única del conde de Cervellón, María del Pilar Osorio y Gutiérrez de los Ríos (1829-1921), III duquesa de Fernán Núñez y, después de la muerte de su padre, VIII condesa de Cervellón. Está vestida con un traje de volantes de gasa blanca guarnecido de cintas de seda de color rosa, con una berta de gasa, un chal de lo mismo y adornos de flores en el pecho y en la cabeza.

La imagen representa efectivamente los retratos de tres generaciones de los condes de Cervellón y tiene el interés de estar concebido como un punto de transición en el que, aunque se reclama la apariencia confortable de los interiores burgueses para la más rancia aristocracia, se hibrida también la alusión a los ancestros como una costumbre arquetípica de las viejas tradiciones nobles, propias del Antiguo Régimen pero que trasladaban su validez a este nuevo contexto.