Isabel II

Bernardo López Piquer (València, 1799 - Madrid, 1874)

Pintado en 1850 por Bernardo López cuando la reina Isabel II contaba con 20 años, cuatro después de su matrimonio con Francisco de Asís de Borbón, este retrato fue un encargo para el Tribunal de Comercio de València realizado por Francisco de Llano y Vagué (València, 1792-1860), alcalde de València en 1836, 1838, 1839, 1859 y 1860, además de diputado a Cortes entre 1846 y 1851, primer Prior del Tribunal de Comercio en 1829, socio numerario de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de València, impulsor de una de las principales sociedades de Banca y fundador de la Sociedad de Ferrocarril del Grao, entre otras muchas actividades.

De tres cuartos, la reina viste traje de seda y encaje, luce la banda de María Luisa, tiara y pulseras de brillantes. El traje de corte que viste la reina es el mismo con el que Federico de Madrazo la representó en diferentes cuadros. Ello ha dado pie a que, en ocasiones, se haya indicado que este retrato de Bernardo López es copia de un lienzo de Madrazo, cuando en realidad existen numerosos detalles que lo apartan de las diferentes versiones conservadas del maestro madrileño y lo hacen único: la reina, que apoya su mano sobre el cojín en el que descasan la corona real y el cetro, dirige su mirada hacia el lado derecho del cuadro; la tiara es diferente a la que luce la soberana en los lienzos de Madrazo, y han desaparecido el collar de perlas, la cadena de diamantes y perlas del borde del escote y los brazaletes a juego, sustituidos por otros de brillantes con motivos florales, y el gran broche de pecho, de mayor tamaño que en lo ejemplares de Madrazo, mientras que en el de López destaca con mayor protagonismo la banda de María Luisa que la condecora; y, fundamentalmente, la representación se abre a un fondo de paisaje con una vista de un castillo en la lejanía, que no es otro que el castillo de La Mota, en Medina del Campo (Valladolid), tan ligado a la vida de Isabel la Católica, para así reforzar con un nuevo argumento la vinculación de Isabel II con su ilustre predecesora.

La obra figuró como anónima hasta 1992 en que se descubrió la firma de López (áng. inf. izq.: «B. Lopez / 1850»), por ello no aparece atribuida a Bernardo López en ningún catálogo del Museo.