Francisco de Moncada, III marqués de Aytona

Francisco de Moncada, III marqués de Aytona

Anton van Dyck (Amberes, 1599 - Londres, 1641)

Francisco de Moncada y Moncada (València, 1586 - Goch, Alemania 1635), III marqués de Aytona, desarrolló una intensa carrera militar y diplomática. Fue embajador de Felipe IV en Viena y consejero de la infanta Isabel Clara Eugenia en Bruselas. En Flandes fue nombrado Comandante Jefe de la flota en 1630, Capitán General de las fuerzas terrestres y, en 1633, tras la muerte de la Archiduquesa, ocupó el cargo de Gobernador de los Países Bajos hasta la llegada del Cardenal-Infante Fernando de Austria. La liberación de Breda (1625) fue uno de sus mayores triunfos militares. En 1635 acompañó al Cardenal-Infante en su expedición al Condado de Clèves, donde murió repentinamente a causa de unas fiebres en el campo de Goch.

Este lienzo, que perteneció a la colección valenciana del coronel Montesinos, es obra de Anton van Dyck, gran retratista de la aristocracia, y fue realizado en el otoño de 1634, después del nombramiento de Francisco de Moncada como gobernador. La pintura presenta al retratado de frente, lleva armadura completa y una banda roja ceñida en el brazo izquierdo según la costumbre de los capitanes generales españoles, y apoya su mano derecha sobre el bastón de mando con un porte que evidencia la importancia de su persona, mientras cabalga sobre un caballo blanco de largas crines que avanza al trote.

Una versión idéntica del mismo pintor se encuentra en el Museo del Louvre. El lienzo del Museo de Bellas Artes de València, que al igual que el del Louvre no está firmado, debió estar en València desde tiempos remotos, quizá en la propia familia del retratado, nacido en València en 1586. Su procedencia se documenta en la colección de Manuel Montesinos y Molina en el siglo XVIII (recogido en su catálogo de 1850: «Retrato de Don Francisco de Moncada, Marqués de Aytona»), y fue legado al Museo por sus herederos, Montesinos Checa y Trénor Montesinos, en 1941. De pincelada larga y fluida, este retrato de calidad no desmerece técnicamente del ejemplar del Louvre, que llegó a París en 1798, procedente de la colección del príncipe Braschi de Roma.

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